domingo, 13 de marzo de 2011

Soyuz T-15, un viaje épico I


Se cumplen 25 años de uno de los viajes más increíbles en los que se haya embarcado hombre alguno. Ocurrió a más de 300 kilómetros sobre la superficie de la Tierra y sus protagonistas fueron dos cosmonautas rusos: Leonid Kizim y Vladimir Solovyov.

Los protagonistas de nuestra historia: Kizim (izq) y Solovyov


El año 1986 había comenzado movido en lo que al ámbito espacial se refiere. A finales de enero, el día 28, el programa espacial estadounidense había sufrido un durísimo golpe con la pérdida del transborador Challenger en el despegue. Este hecho paralizó su programa tripulado durante varios años y, de facto, supuso el fin del sueño de viajes rutinarios al espacio. El "camión espacial" en que se quería haber convertido al transbordador se convertía en una entelequia.

Al otro lado del telón de acero las cosas eran distintas. El vasto programa ruso mantenía dos frentes abiertos, por un lado la construcción del mayor y más potente lanzador de la Historia con su propio transbordador (el Energía-Burán); y por otro el establecimiento de la presencia humana prolongada y cuasi ininterrumpida en el espacio a través de las estaciones espaciales Salyut y las naves Soyuz.

A comienzos de 1986, la Salyut 7 estaba a punto de entrar en su cuarto año orbitando la Tierra (había sido lanzada el 19 de abril de 1982), aunque desde finales de noviembre del 85 estaba sin tripulación. En la Tierra, mientras tanto, se ultimaban los preparativos para lanzar un nuevo modelo de estación de la saga Salyut; inicialmente concebida como Salyut 8, finalmente tomó el nombre de Mir. El 19 de febrero de 1986 y mediante un cohete Protón, el corazón de la Mir fue puesto en órbita.


Lanzamiento en 1986 de la estación MIR


La Mir es puesta en órbita

De este modo, la Unión Soviética se convertía en el primer país (y único hasta la fecha) en tener dos estaciones espaciales orbitando la Tierra a un mismo tiempo: la Salyut 7 y la Mir. Y en aquel momento, con el Shuttle en dique seco tras la tragedia del Challenger, también en la única nación capaz de poner humanos en el espacio. Pero las perspectivas del programa ruso iban aún más allá.


Con dos estaciones habitables en órbita, un lanzamiento tripulado no se hizo esperar. La duda era, ¿a cuál de ellas se dirigiría la Soyuz T-15?


T-15, el fin de una era

La puesta en órbita de la Mir suspuso una revolución y renovación no sólo en aspectos propios de la estación, sino también referidos a la manera de llevar a cabo los acoplamientos en órbita. Los rusos habían concebido el establecimiento de estaciones espaciales en órbita a las que se accedía mediante pequeñas naves independientes (las Soyuz). Primero la estación era puesta en órbita, sin tripulación, mediante un cohete Protón. Verificados su órbita y su correcto funcionamiento, la tripulación despegaba en una nave Soyuz, se acoplaba a la estación, permanecía en ella un tiempo más o menos prolongado, y regresaba a la Tierra de nuevo en la Soyuz.

Hasta entonces, el sistema utilizado para llevar a cabo los encuentros espaciales entre la Soyuz y la estación espacial era el "Igla", un sistema automático de atraque que constaba de unas características y prominentes antenas externas, tanto en la estación como en la nave que atracaba.

Una Soyuz T vuela en el espacio. Destaca la antena del sistema Igla, con su aparatosa estructura.

Este sistema había demostrado su eficacia en decenas de acoplamientos anteriores pero, una de sus principales pegas, era la necesidad de que ambas naves maniobrasen para poder llevar a término el acoplamiento. En las primeras Salyut, que constaban de un sólo módulo, no era un gran inconveniente; pero con una Mir prevista para estar dotada de hasta cinco módulos (Kvant, Kvant 2, Spektr, Priroda y Kristall), había que conseguir un sistema en el que la estación permaneciese totalmente pasiva. Nacía así el "Kurs".

Una Soyuz dotada con el nuevo sistema de acoplamiento Kurs. Se aprecian claramente sus dos antenas (en esta imagen en posición de las "12.15"), con una estructura mucho más sencilla y corta que en Igla.

La Salyut 7 sólo contaba con el sistema Igla, pero la Mir tenía los dos sistemas: el Kurs en el puerto delantero, destinado al atraque de las naves Soyuz tripuladas, y el Igla en el trasero, destinado a las nave de carga Progress. Esto era así porque la implementación del nuevo sistema requería su tiempo y, de hecho, había naves Soyuz y Progress en construcción que sólo tenían el antiguo Igla. Contando con los dos sistemas se podían aprovechar estas naves en tanto iban siendo construidas las nuevas versiones dotadas con el Kurs.


Es aquí donde entra en juego nuestra Soyuz T-15. Como su nomenclatura indica, estamos ante la decimoquinta nave Soyuz del modelo T. El T (Transportny: transporte) fue un logro significativo frente a la anterior serie: reintroducía una tripulación máxima de 3 cosmonautas, vistiendo sus trajes espaciales Sokol, paneles solares que prolongaban el tiempo de estancia en órbita y un sistema Igla mejorado respecto al anterior.

Dibujo de una Soyuz T donde se aprecian sus características básicas.

La Soyuz T-15 sería la última de su serie en ser lanzada, pues la siguiente generación (Soyuz TM) estaba en camino y se encargaría en el futuro de las misiones tripuladas. La principal innovación de la TM era el sistema Kurs. Pero a finales del invierno del 86 ninguna TM había sido aún probada en órbita y la T-15 era la única nave disponible. Así pues, el primer vuelo tripulado tras el lanzamiento de la Mir se haría en una nave de la vieja guardia pero surgía de nuevo la pregunta, ¿a dónde se encaminaría?


Eligiendo destino

Encontrándose la Salyut 7 aún disponible y con muchos e interesantes experimentos en su interior, los responsables del programa tripulado ruso se resistían a dejarla morir sin una última visita. Por otro lado la Mir acababa de ser puesta en órbita y una misión para ponerla a punto era igualmente necesaria. Podía haberse lanzado una nave a cada estación, pero requeriría una espera de varios meses antes de tener a punto una de las nuevas Soyuz TM; y Soyuz T sólo quedaba una. La solución fue simple: la T-15 visitaría ambas estaciones.

No obstante los obstáculos eran muchos: jamás antes se había intentado algo parecido. Las estaciones, aunque en órbitas similares, estaban a distinta altura y con una separación de varios miles de kilómetros mientras rodaban la Tierra a 28000 kms por hora; la Soyuz tenía una cantidad limitada de combustible que utilizar para sus viajes, combustible que, a diferencia de las estaciones espaciales, no podía ser recargado en órbita; además la Mir no tenía sistema Igla de acoplamiento en el puerto destinado a las naves tripuladas, sólo en el pensado para las naves de carga. Y si bien era factible un acople en él por una Soyuz, ello supondría ocupar el único lugar en que las Progress podían acoplarse y transferir combustible y suministros a la nueva estación.

Se hacía evidente que la tarea debía ser encomendada a una tripulación solvente y veterana. Además, para ahorrar peso y, por tanto, gasto del vital combustible utilizado por la Soyuz para maniobras orbitales, se decidió una tripulación de sólo dos cosmonautas en lugar de los tres posibles.

Los elegidos fueron Leonid Kizim y Vladimir Solovyov. Kizim, que actuaría como comandante, era un veterano de dos misiones espaciales con las Soyuz T-3 y T-10. Su compañero Solovyov había volado con él la T-10, en una misión de 10 meses a bordo de la Salyut 7, volviendo a la Tierra en la T-11. Eran, por tanto, experimentados cosmonautas capaces de cumplir esta compleja misión.
La tripulación de la Soyuz T-10. De izquierda a derecha: Aktov, Kizim y Solovyov.

Tras ser designados para la misión, Kizim y Solovyov posan en el área de integración de los cohetes Proton en Baikonour. Tras ellos podemos ver la cofia en la que se encuentra la estación Mir y tras ella el Protón-K 337-01 que la pondría en órbita.


Despegue y primer acoplamiento

El 13 de marzo de 1986, Kizim y Solovyov abordaban (tras cumplir los numerosos ritos previos de todo buen cosmonauta), el cohete Soyuz en cuyo interior estaba la Soyuz T-15. Embutidos en sus trajes Sokol aguardaron en la plataforma 1 del cosmódromo de Baikonour hasta que a las 12.33 UTC, las 20 cámaras de combustión de la primera etapa, junto a sus 16 motores vernier, se pusieron en funcionamiento. 36 lenguas de fuego atronaron la estepa kazaja mientras 300 toneladas de metal y combustible subían al encuentro de las estrellas con dos humanos en su interior. Para entonces la Mir acababa de sobrevolar el cosmódromo a más de 300 kilómetros de altura...

La T15 despega rumbo a la Mir, el 13 de marzo de 1986.


Vídeo del lanzamiento (www.kosmonavtika.com)

Durante el siguiente par de días, los cosmonautas permanecieron en su nave mientras se aproximaban lentamente al objetivo. Era la primera vez que se tardaba tanto tiempo desde el despegue hasta el acoplamiento (un plazo que hoy día es el habitual, aunque hasta entonces lo usual había sido de un día y una hora), y su finalidad no era otra que ahorrar combustible. Con sólo dos personas a bordo la pequeña Soyuz era más confortable al tener más espacio disponible cada uno. En el tiempo que llevó llegar a la Mir no había mucho que hacer salvo verificar el correcto funcionamiento de los sistemas de la Soyuz, repasar los procedimientos y contemplar por la ventana la Tierra bajo ellos.

Imagen de la tripulación en un simulador de la Soyuz. Permite apreciar la posición en que iban sentados durante el despegue. Junto a la pierna derecha de Solovyov se ve, terminado en bola azul, uno de los mandos de control de la nave.

Abajo, sentados en el mismo simulador pero con los trajes Sokol puestos.

Tras algo más de 48 horas acercándose poco a poco a la nueva estación, el 15 de marzo llegó el momento del atraque. La Soyuz se acercaba a la Mir desde detrás, hacia el puerto dotado con el sistema Igla. A unos 20 kilómetros de distancia el sistema de la T-15 consiguió detectar a su homólogo en la estación y comenzó el acercamiento automático. Pero cuando se encontraban a 200 metros de atracar, el sistema fue desconectado. A continuación Kizim pilotó manualmente su nave alrededor de la Mir, mientras Solovyov, apoyado en una ventana y con un medidor de distancia láser, le iba dando lecturas de distancia y velocidad de aproximación. Finalmente el habilidoso Kizim consiguió un atraque manual perfecto en el puerto delantero de la Mir, dejando el trasero expedito para las futuras Progress que estaban por venir.

La Mir tal y como la hallaron Kizim y Solovyov el 15 de marzo de 1986, y un dibujo de la misa. En primer plano el nudo de puertos delantero, donde atracaron. En lo alto de la parte posterior de la Mir se aprecian dos antenas: la terminada en un cilindro plano, el la antena SDRN (para comunicación con tierra a través de los satélites Altair); mientras que la más fina es la antena del sistema Igla para atraque en aquella zona.


Tras el acoplamiento exitoso y las felicitaciones desde el control de tierra, Kizim y Solovyov entraron por primera vez en la nueva nave. Acababa de comenzar la historia habitada de la estación de mayor éxito de todo el programa espacial soviético. Una vez inspeccionado su interior, los cosmonautas comenzaron a poner operativos todos los sistemas y a habituarse a los 90 metros cúbicos habitables. La Mir sería su hogar durante los próximos 50 días.


Borrosa imagen tomada el 15 de marzo de 1986, con los cosmonautas recién desembarcados en el interior de la Mir.